La esplenectomía es un procedimiento quirúrgico para extirpar el bazo. El bazo es un órgano que se encuentra debajo de la caja torácica en el lado izquierdo superior del abdomen, el cual ayuda a combatir las infecciones y filtra los materiales innecesarios, como las células antiguas y dañadas de la sangre.
El motivo más frecuente de una esplenectomía es tratar una rotura de bazo, que con frecuencia es consecuencia de un traumatismo. La cirugía de bazo puede realizarse para tratar otras enfermedades, por ejemplo, un agrandamiento del bazo que provoca malestar (esplenomegalia), algunos trastornos de la sangre, algunos tipos de cáncer, infecciones y quistes o tumores no cancerosos.
Una cirugía de bazo está especialmente indicada para aquellas personas que padezcan algunas de las siguientes patologías:
Como es habitual, la cirugía de bazo también puede realizarse de manera abierta o por vía laparoscópica, pero en este caso la elección no dependerá tanto del criterio del propio cirujano sino de un elemento más definitorio: el tamaño del propio bazo. Cuanto más grande sea el bazo, más probable será que el cirujano decida realizar una esplenectomía abierta.
En este caso, el cirujano realiza cuatro incisiones pequeñas en el abdomen para, a continuación, introducir un tubo con una pequeña cámara de video en el abdomen a través de una de las incisiones. El cirujano observa las imágenes de video en un monitor y extirpa el bazo con instrumentos quirúrgicos especiales que se introducen a través de las otras tres incisiones. Finalmente, procede a suturar las incisiones.
Hay que recordar que la esplenectomía laparoscópica, la cual tiene una duración aproximada de 2-3 horas, y que en algunos casos ocurra que el cirujano inicie la intervención con un enfoque laparoscópico, pero más tarde considere necesario realizar una incisión más grande debido al tejido cicatricial de operaciones anteriores u otras complicaciones.
Durante una esplenectomía abierta, el cirujano realiza una incisión en el centro del abdomen y separa los músculos y otros tejidos para dejar el bazo al descubierto. Luego, extirpa el bazo y cierra la incisión.
Tras una cirugía de bazo, es habitual que el paciente pueda tener un poco de fiebre y sentirse fatigado o con náuseas. Esto es común. Estos síntomas irán desapareciendo, como es lógico, con el paso de los días.
Otro aspecto importante es la prevención de infecciones. El bazo ayuda a proteger contra ellas, por lo que el paciente deberá ser cuidadoso para prevenir ciertas infecciones. Si no recibió todas las vacunas que necesita antes de la operación, asegúrese de ponerse todas las vacunas que le recomiende el médico en las semanas posteriores a la cirugía.
Ya en el domicilio, se recomienda que el paciente descanse cuando se sienta fatigado y que duerma lo suficiente. Todo ello le ayudará a recuperarse.
A medida que vaya sintiéndose mejor, es importante que intente caminar todos los días, alargando la distancia cada día de manera progresiva. Caminar aumenta el flujo de sangre y ayuda a prevenir la neumonía y el estreñimiento.
Por otro lado, deberá evitar actividades que supongan un esfuerzo mayor como como montar en bicicleta, correr, levantar pesas o hacer ejercicios aeróbicos… todo ello hasta que su médico lo apruebe. De igual forma, queda totalmente prohibido levantar pesos que impliquen un mínimo esfuerzo como, por ejemplo, bolsas de las compras, envases de leche, mochilas, maletines, etc.
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