Una hernia inguinal se produce cuando parte del tejido del intestino o tejido graso presiona contra la ingle en la parte superior del muslo, sobresaliendo a través de la abertura de los músculos abdominales a nivel inguinal. Sus síntomas más frecuentes son la inflamación o abultamiento en la ingle o un agrandamiento del escroto. También puede haber dolor o molestias, dolor al toser o al levantarse, o una sensación de tirantez en la ingle. Una protuberancia a cualquiera de los lados del hueso púbico también podría ser un signo de una hernia inguinal.
El tratamiento definitivo para la hernia inguinal es el quirúrgico. La cirugía de hernia inguinal consiste en la reintroducción del contenido abdominal, junto a la reparación o reforzamiento de la pared inguinal. Entre los últimos avances en el tratamiento quirúrgico de las hernias inguinales, destaca su reparación mediante cirugía laparoscópica, una técnica indicada especialmente en hernias ya intervenidas previamente y que reaparecen o en aquellas que se manifiestan en ambos lados.
Para aquellos pacientes a los que la hernia inguinal cause dolor u otros síntomas, o cuando las hernias están estranguladas.
La reparación de una hernia inguinal puede llevarse a cabo a través de dos técnicas: cirugía convencional (clásica) y cirugía laparoscópica (mini-invasiva). La elección de una u otra depende del tipo de hernia, deseos del paciente y preferencia del cirujano.
La hernioplastia laparoscópica de hernia es una técnica de reparación de desgarros en la pared abdominal (músculo) mediante el uso de incisiones pequeñas, telescopios y un parche (malla). Sus principales ventajas son menor dolor postoperatorio y menor tasa de complicaciones (infecciones, hematomas), provocando una vuelta más rápida a nuestra vida habitual.
En el caso de la hernioplastia abierta o convencional, se realiza una incisión cerca de la hernia para, posteriormente, separarla de los tejidos que la rodean. A continuación, se extirpará el saco de la hernia, o se reintroducirán los intestinos dentro del abdomen. Tras ello se cerrarán los músculos abdominales debilitados con puntos de sutura. Con frecuencia, también se cose un pedazo de malla en el lugar para fortalecer la pared abdominal, y reparar así la debilidad en la pared del abdomen.
En el hospital, y tras la intervención, es posible tener náuseas o dolor abdominal, los cuales serán tratados con la medicación pautada. Transcurridas 6 u 8 horas después e la intervención, y siempre bajo la supervisión del equipo de enfermería, el paciente podrá comenzar a ingerir líquidos y posteriormente alimentos sólidos. De igual forma, es recomendable que pueda sentarse y comenzar a caminar.
El post operatorio en el hospital es relativamente liviano ya que, si la cirugía se ha realizado por la mañana y el paciente no padece complicaciones o enfermedades previa que le hagan tener una vigilancia especial, podrá recibir el alta hospitalaria al final del día.
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