Cirugía (o resección) del intestino delgado

Cirugía (o resección) del intestino delgado

¿De qué se trata?

El intestino delgado es un órgano en forma de tubo largo que conecta el estómago con nuestro intestino grueso o colon. Es el responsable de digerir y absorber los nutrientes de los alimentos que consumimos, y de producir determinadas hormonas que ayudan a la digestión. Por si esto fuera poco, además el intestino delgado también juega un papel fundamental en el sistema inmunitario de nuestro cuerpo, ya que combate los gérmenes. Está compuesto por tres partes: el duodeno, el yeyuno y el íleon.

La cirugía o resección del intestino delgado consiste fundamentalmente en extirpar una parte o la totalidad de este órgano. Si sólo extirpáramos una parte, a continuación debemos unirlo nuevamente y que el alimento pueda seguir su recorrido desde el estómago al intestino grueso o colon.

¿Para quién está indicada?

En la mayoría de los casos, esta intervención se lleva a cabo para tratar ciertos tumores tanto benignos como malignos, así como diagnósticos precancerosos como pólipos.

También se puede usar en casos no cancerosos como:

  • Sangrado
  • Infecciones o úlceras graves
  • Afecciones como la enfermedad de Crohn, ileítis regional y enteritis regional
  • Obstrucción intestinal
  • Ciertos defectos de nacimiento
  • Determinadas lesiones del intestino delgado

¿Cómo se realiza esta intervención?

Hay dos maneras de abordar una resección del intestino delgado y, al igual que ocurre con otras técnicas quirúrgicas, la elección de una u otra dependerá tanto del paciente como de la propia decisión del cirujano.

Resección intestinal mínimamente invasiva (laparoscópica)

Durante una resección laparoscópica del intestino delgado, la cual tiene una duración aproximada de entre dos y tres horas, se coloca una sonda con una minúscula cámara iluminada y otros instrumentos quirúrgicos en el abdomen a través de cuatro o cinco pequeñas incisiones. De esta manera, el cirujano puede ver dentro del abdomen, y extirpar así el segmento de intestino delgado enfermo y posteriormente restablecer la continuidad intestinal.

Resección intestinal tradicional (abierta)

Este tipo d intervención suele llevarse a cabo cuando el procedimiento de extirpación del segmento enfermo del intestino delgado no puede llevarse con las máximas garantías mediante la resección laparoscópica.

La gran diferencia entre una resección abierta y la laparoscópica radica fundamentalmente en el tamaño de la incisión que se le realiza al paciente en la primera de ellas, siendo en este caso de mayor tamaño: unos 15 o 20 centímetros aproximadamente. De igual forma, su duración suele ser un poco más breve, situándose habitualmente en las dos horas.

Una vez realizada esta incisión, se retraen el músculo y el tejido para dejar ver el intestino delgado y que así el cirujano pueda extirpar la parte enferma de intestino delgado y, finalmente, vuelva a unirlo. Tras ello, se sutura la incisión y se traslada al paciente al área de recuperación hospitalaria.

A veces es necesario colocar un tubo o drenaje en el interior del abdomen con salida a través de la piel para permitir el vertido de líquido proveniente de la zona donde se ha realizado la cirugía. Este tubo se retirará antes del alta a domicilio.

men, y extirpar así el segmento de intestino delgado enfermo y posteriormente restablecer la continuidad intestinal.

¿Cómo será la recuperación post quirúrgica?

La recuperación en el hospital se prolongará entre cuatro y seis días aproximadamente y, como es lógico, dependerá del tipo de intervención a la que haya sido sometido el paciente.

Es posible que, una vez regresemos a la habitación, aparezcan náuseas o dolor abdominal, aunque estos síntomas son perfectamente reducidos o controlados con medicación. Pasadas 24 horas desde la intervención comenzará con la ingesta de líquidos y en los días posteriores la de alimentos sólidos.

Ya en casa, debemos prestar especial atención a la ingesta de alimentos. Y es que, tras la extirpación de una parte o la totalidad del intestino delgado, vamos a necesitar un tiempo de adaptación a la nueva situación. Las siguientes normas pueden servirnos de gran utilidad:

  • Suprimir los alimentos que produzcan gases: los laxantes, la fibra vegetal no soluble, el café y las bebidas gaseosas
  • Reducir las grasas: tanto en alimentos como en cocciones
  • Realizar las ingestas fraccionadas y de poco volumen: además, es importante seguir siempre un horario regular
  • Tomarte tu tiempo: comer en un ambiente tranquilo, sin prisas, masticando bien cada bocado
  • Asegurar una ingesta de un litro y medio de líquidos al día: esta ingesta debe ser de forma fraccionada a lo largo del día
  • Tomar los alimentos templados: evitando temperaturas extremas
  • Reposar tras las comidas: descansar no es sinónimo de estar estirado, hecho que debemos evitar ya que dificulta la digestión. Podemos descansar sentados para facilitar la digestión y la movilización del intestino